Los Banquetes Masónicos, el Solsticio Invierno 
y los Brindis Solsticiales



Queridos hermanos todos, en vuestros Grados y calidad:
Permitidme que esta plancha, dedicada a todos los HH.•. que adornan tanto el oriente como las Columnas, vaya dirigida muy especialmente a los HH.•. más jóvenes, en edad Masónica.
Indudablemente un banquete, como cualquier otra ocasión de compartir un poco de nuestro tiempo con los HH.•., y en actos no rituales con las Hermanas, es un motivo de alegría y una ocasión para estrechar los lazos de fraternal amor que deben unir a todos cuantos entienden y practican el Arte Real.

Pero un ágape Masónico es mucho más que eso. En primer lugar por que, y así se cumple en los países donde se practica la Francmasonería
con todas sus consecuencias, el asistir a los banquetes rituales, organizados por sus respectivos Talleres, es una obligación que llega a todos los Masones. En segundo lugar porque cada Logia debe organizar al menos dos ágapes fraternales al año, reservados exclusivamente para sus miembros.

Estas dos tenidas de mesa, que tienen el carácter de obligatorias, se celebran con motivo de las dos grandes fiestas de la Orden: San Juan de Verano, coincidiendo con el Solsticio de Verano y San Juan de Invierno en los días de su homónimo solsticio.
Los banquetes Masónicos, que siempre son motivo de alegría para los Masones y ocasión para profundizar en las tan necesarias relaciones fraternales, tienen la característica de ser también una de las más antiguas y sagradas ceremonias de nuestra Institución, cuyo ritual forma un cuadro completo de la gran alegoría de que son objeto los diversos Grados.
Estas ceremonias alcanzaron desde tiempos remotos tal importancia, que los Talleres nombran a uno de sus oficiales, el Maestro de Mesa o de Banquetes, con la específica misión de organizar los ágapes con la debida solemnidad y brillantez.

Intentaré ahora, con la necesaria brevedad, explicaros el simbolismo del ritual de la Tenida de Mesa y el por qué de la colocación y distribución de cada uno, cuando ésta se celebra ritualmente: Si imaginamos dos circunferencias concéntricas, distantes entre sí siete grados y medio, o sea, la mitad del ancho del Zodíaco, la circunferencia exterior representará la elíptica o camino que recorre el sol en un año.
Cortando dichos círculos concéntricos por dos diámetros perpendiculares, el horizontal figurará el ecuador celeste, marcando sus extremos los dos equinoccios; y el vertical indicará los dos solsticios o puntos en los que la elíptica toca con los trópicos.

Imaginemos ahora dicho círculo sobre un plano horizontal dividido por el ecuador de la Tierra en dos partes iguales..... ahí tendremos una idea exacta de la composición de la mesa en el banquete ritual, representando uno de los lados del plano el hemisferio inferior, para los ágapes de San Juan de Invierno, y el contrario el hemisferio superior reservado para los Banquetes de San Juan de Verano.

En ambos casos, el Venerable Maestro, que según se os ha enseñado representa al Sol, lugar de donde emana la Luz, ocupa los extremos de la línea vertical o solsticios respectivos.
Los Vigilantes se colocan sobre los dos extremos del ecuador, o puntos equinocciales que marcan las distintas estaciones. Estos puntos están colocados en el cielo sobre el límite que separa los dos hemisferios, como si fueran vigilantes encargados de inspeccionar la estación que empieza y la que termina. Os invito a meditar sobre tan bella alegoría.

Tirando una tangente a la circunferencia inferior, perpendicular a la vertical, sus dos extremos indicarán sobre la media circunferencia exterior los lugares del Orador y el Secretario, distantes cada uno del Venerable Maestro treinta grados, y sesenta de los Vigilantes, es decir, a los dos tercios del espacio trimestral que indica cada cuarto de circulo.

Así, con arreglo al ritual, en las Tenidas de Mesa el Venerable Maestro ocupará el primer grado del Trópico de Cáncer; el Orador el primer grado de León; el Primer Vigilante el primer grado de la Balanza, lugar del verano; el primer grado de los Gemelos, en la otra columna estará ocupado por el Secretario; y, en el lugar de la primavera, en el primer grado de Capricornio, se sentará el Segundo Vigilante. Esto si celebráramos el Solsticio de Verano... claro que, hoy que celebramos el Solsticio de Invierno, todo es exactamente igual, pero en el sentido inverso. Recordad el viejo axioma rosacruz: "como es arriba es abajo"

En ambos casos el Venerable Maestro y los Vigilantes, en sus respectivas posiciones, indican el principio de las estaciones; mientras que el Orador y el Secretario representan a las estrellas reales, o sea, a las características principales de las cuatro estaciones.
Pero si la forma de la mesa en las Tenidas de banquete y la colocación de Oficiales y Dignatarios es a imagen del cielo y de las estaciones solares, los manjares y los utensilios pertenecen a los tres reinos de la naturaleza: así los candelabros y cubiertos son del reino mineral, y los alimentos pertenecen al vegetal y animal. Ello en alegoría a nuestra madre común, con todos los reinos que la constituyen.
Siete son los brindis que realizaremos esta noche, como siete son los escalones que llevan al Francmasón a la Maestría y siete eran las libaciones que en los antiguos misterios se realizaban, una por cada una de las esferas, siguiendo el orden de los días de la semana. La primera se ofrecía al Sol, rey del universo del que somos deudores de la fecundidad de la naturaleza; el primer brindis en nuestros días se dedica al Rey, o al Jefe del Estado en los regímenes republicanos.

Estaba dedicada la segunda libación a la Luna, astro que en la antigüedad acompañaba a los que practicaban los más Ocultos Misterios; consagrado hoy a la suprema autoridad de la Orden.
La tercera estaba consagrada a Marte, divinidad que presidía los consejos y combates, hoy nosotros la dedicamos al Venerable Maestro, que tantos combates, aunque incruentos, debe dirigir por el bien de la Logia.

Era la cuarta en honor de Mercurio, entre los egipcios Anubis, dios que vigilaba y anunciaba la apertura y conclusión de los trabajos, tal y como hoy hacen los Vigilantes, a quienes está dedicado en nuestros días este brindis; los cuales, además, están encargados de vigilar a los HH.•. en el Templo y fuera de él.

Júpiter era el destinatario de la quinta libación; era también llamado "Xenius o Xenios" dios de la Hospitalidad; hoy lo dedicamos a los visitadores y Talleres afiliados, es decir, a nuestros huéspedes Masones.

La sexta libación se realizaba a Venus, diosa de la fecundidad, la cual en palabras de Lucrecio forma el encanto de los hombres; consagrada hoy a los nuevos Iniciados, cuyo primer deber es el estudio de la naturaleza.
Finalmente la séptima y última libación estaba dedicada a Saturno, dios de los períodos y del tiempo, cuya impresionante masa e inmensa órbita parecía ocupar la totalidad del mundo. Hoy consagramos este brindis a nuestros HH.•. Masones esparcidos por todos los países. Para realizar este brindis se debe formar la Cadena de Unión, de la cual cada Hermano es un eslabón de una cadena que abarca el universo entero.

Se enmarca el banquete ritual, pues, en las más antiguas tradiciones de las Escuelas de los Misterios, dejando de ser la aparente fiesta social que para el profano o el Iniciado indolente es, para convertirse en una lección de simbolismo y filosofía que nos une a los millones de HH.•. que
nos han precedido en el Oriente Eterno y que durante millares de años se han reunido, en las mismas fechas, año tras año, siglo tras siglo, con los mismos propósitos.

Pero centrándome en el simbolismo, terreno que por vuestra edad Masónica no debéis abandonar por algún tiempo, viene a mi memoria el rechazo que algunos queridos HH.•. tienen hacia la identificación de rituales y fiestas Masónicas con la Biblia, los Evangelios y las fiestas cristianas; y sin entrar en consideraciones sobre la razón y veracidad de los planteamientos cristianos, primero por que no es ese mi propósito y en segundo lugar por que me lo prohiben las leyes de la Masonería, intentaré seguidamente hacer recapacitar a estos HH.•. sobre el simbolismo con el que también en esto vela la Masonería, con la apariencia de lo que se dice, las verdades en las que intenta hacer recapacitar a sus miembros.

Desde los primeros tiempos de la Masonería especulativa, fue adoptado como patrón de la Orden San Juan Bautista, aunque celebremos igualmente la fiesta de San Juan Evangelista. No quiere decir esto que confundamos a ambos santos de las iglesias cristianas y mucho menos que ignoremos que se trata de dos muy diferenciados.

La celebración de ambas fiestas, coincidentes con los solsticios de verano e invierno no es debida a ninguna ley Masónica, sino a la tradición, que ha querido resaltar debidamente tan señaladas fechas, de indudable importancia para el género humano.
Pero debemos primeramente analizar de dónde vienen las fiestas y aún la etimología del nombre "Juan", pues es lo que nos indicará el camino para encontrar su origen.

Todo hace indicar que Juan viene del latino Jauna que significa puerta o entrada. Los antiguos tenían la creencia de que el cielo tenía muchas puertas, pero sólo dos principales, situadas al norte y al mediodía, sirviendo ambas como límite al Sol al llegar durante su curso a los trópicos de invierno y verano, o a Capricornio y Cáncer respectivamente.

Leemos en Génesis: "Locus iste: non est hic aliud nisi domus Dei et porta coeli" (este lugar no es otro que la casa de Dios y la puerta del cielo). Recordemos que tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento se hace referencia en múltiples ocasiones a las puertas del cielo y del infierno.
Las antiguas Escuelas de los Misterios creían que las puertas del infierno "portae inferi" estaban situadas en el punto más elevado del cielo, por lo que al llegar el Sol a él empezaba a descender hacia los signos inferiores o "loci inferi", justamente en los días en los que celebramos nuestro San Juan de Verano o San Juan Evangelista "Eche stoad ostium et pulso" dice el Apocalipsis: Vedme aquí a la puerta por la cual entraré.

Las puertas del cielo, "portae orientis jaune coeli" indican todo lo contrario, esto es, la llegada del sol al Solsticio de Invierno, desde cuyo momento inicia este astro su ascenso hacia los signos superiores. En este período en el que el astro rey cesa su declive hacia la extinción, la luz renace "lux oritur" y los mortales se entregaban a la alegría con gritos alborozados de ¡Noel, Noel, Noel!.
Para entender mejor el significado hemos de recordar que esta fiesta nació en Oriente, donde, para sus habitantes, la llegada del astro del día a las puertas del cielo, o solsticio de invierno, era una gran fiesta por tocar a su fin la mala estación, las largas noches de frío y las tinieblas, ya que el Sol “Osiris” había vencido a Astaroth.

Al tener que desenvolverse la Masonería operativa, y aún siglos más tarde la especulativa, en un mundo en el que el cristianismo sin Cristo era la religión oficial, y en el que los antiguos cultos, adoptados por la iglesia cristiana y modificados a su antojo, habían sido penalizados, hubo que disfrazar la celebración de las verdades conocidas desde las Antiguas Escuelas de los Misterios, adoptando los nombres que les habían sido dados por la fagocitación que la nueva religión hacía de los cultos anteriores, y así, bajo la advocación de santos de la iglesia cristiana, celebramos verdades que bajo el simbolismo que las vela, son para el Francmasón lecciones que deben marcar su vida, y a cuyo significado profundo, una vez señalado el camino, debe de llegar cada uno de los HH.•., mediante el uso del intelecto y en un recorrido individual.

Os invito, queridos Hermanos, a que en Tenidas sucesivas analicéis en el Taller el significado auténtico de la celebración de los banquetes rituales y de su coincidencia con los solsticios, así como el significado profundo de denominar a estas celebraciones, fiestas de San Juan.


Q.·. H.·. Miguel Ángel de Foruria y Franco