Siembra y Cosecha


"Hay un tiempo de siembra y un tiempo de cosecha"...


Cada semilla que vamos depositando en los surcos de nuestra existencia, debe fructificar para que podamos obtener buenos frutos. A medida que transcurren los años en nuestras vidas, advertimos si tales frutos son acordes a nuestro esfuerzo y a la calidad de las semillas que fuimos sembrando. Porque ocurre que pensamos que la siembra ha sido hecha con semillas de calidad.

Sería una gran satisfacción cosechar frutos, de siembras realizadas con el amor con el que creímos hacerlo. Pero no siempre sucede, pues a veces ocurre que los frutos no logran llenar nuestras espectativas. Es natural que así ocurra. Porque somos falibles y porque muchas veces exageramos la esperanza de ser recompensados por el solo esfuerzo, cuando puede resultar necesario perseverar en el perfeccionamiento de nuetras acciones.

Ocurre que no siempre resulta posible, por ejemplo, cosechar el fruto de la amistad, a pesar de habernos entregado a su exaltación. Pero hemos aprendido a no llorar sobre la leche derramada, cuando ocurren los desengaños. Es decir, aprendemos a "galvanizar " nuestros sentimientos, de modo de saber disculpar los errores cometidos hacia nosotros, pero poder reconocer aquellos que hemos protagonizado.

No quisiera exponer estas sencillas observaciones cotidianas, extendiéndo su contenido al ámbito total de nuestra vida. Cometería un gran error si pretendiese hacer paradigmáticas sencillas vivencias personales. Sin embargo, quisiera mencionar que durante estos últimos cinco años, durante los cuales he incursionado en la Internet, advertí singulares circunstancias en función de las cuales se han enriquecido mis sentimientos y mi pensamiento.

A través de los mensajes que circulan por las Listas Masónicas, hemos conocido personas de trascendencia, capacidades manifiestas y sensibilidades destacables. Hemos aprendido a moderar nuestros impulsos en el intercambio de las ideas y a valorar los gestos afectivos, cuyas señales no siempre son advertidas por causa del contacto tan solo epistolar.

Sin embargo, debemos señalar el asombro que despiertan los gestos traducidos en mensajes solidarios, en acciones no menos contundentes al momento de recibir una ayuda explicitada... y en algunos casos intuida, por aquél ser que reside a miles de kilómetros de distancia.

Hoy podemos "creer" con certeza en la fraternidad que debe reinar entre los hombres. Nuestra hermandad ha extendido su realidad incluso en la virtualidad de este fenómeno comunicacional que es la Web. Asombra pensar que los masones, a pesar de ciertas reticencias planteadas por quienes no comprenden o se resisten al aggiornamiento, hemos avanzado tanto, que la "esperanza " de Unidad y universalidad de la masonería, se encuentra más cerca de lo que imaginamos. Nos atrevemos a pensar que este es tiempo de siembra, porque podemos "sentir" que ya se van cosechando los frutos de la perseverancia y el amor que se han derramado con la fraternidad, la tolerancia y la convicción de substanciarnos con nuevas herramientas para difundir y consolidar nuestras ideas universales, en procura del Progreso de la Humanidad.

Creemos que en la medida que acotemos nuestras tendencias al "yoismo", a la vanidad, a la figuración, con un sentimiento de solidaridad y convicción en los paradigmas masónicos, seguramente será posible la cosecha de "un mundo mejor ante un actual imperfecto ", como lo exhortaba el I:. y P:. H:. José Ingenieros. Los hombres somos falibles. Nos hace falta comprender y acercarnos no a la cacareada "humildad", cuyo sentido es más una forma de vanidad que una sincera posición ante las cosas y los hombres. Es decir, "ser" honestos y sinceros en el propósito y en el fin y substanciarnos de la naturaleza humanista de nuestra Orden. También, por qué no, precavernos de los falaces y de aquellos que, como vulgarmente decimos, se disfrazan de ovejas siendo lobos.

Cada uno de nosotros, en la siembra, debe asumir su rol de sembrador. Utilizar, desarrollándolas, las herramientas que la naturaleza y la inventiva nos ofrecen para optimizar la tarea. Esmerarnos en pulir las aristas del diamante que es nuestra "razón" y nuestro "pensamiento ", para con esmero ayudar a nuestros semejantes a crecer espiritual y materialmente. Y lo fundamental, abrevar en la verdadera historia y devenir de nuestra Orden, tratando de disipar los "velos" que le han sido colocados, para endiosar las vanidades e incumplir su doctrina y sus fines.

Hemos aprendido en estos últimos tiempos, a comprender las desviaciones en la continuidad histórica de aquella masonería operativa, de singular riqueza histórica y conceptual. Y hemos entendido la importancia de asumir una tolerancia activa pero correctora, de aquellos equívocos que se han diseminado en la creación de "nuevas divisiones", Ritos, tendencias e ideas, que han sido el fruto de siembras erróneas y de semillas de escasa calidad fraterna, conspirando contra la Unidad Universal de la Orden.


Ricardo E. Polo.
Editorial Revista Hiran Abif
Octubre de 2003