"LA MASONERÍA COMO SOCIEDAD DE PENSAMIENTO"


La Masonería es un fenómeno sociológico complejo que tiene, en su etapa moderna, una historia de cerca de tres siglos. Como cualquier otro ente histórico, su verdadera naturaleza solo puede ser entendida si previamente hemos destacado sus rasgos fundamentales de entre la nebulosa de acontecimientos que configuran su biografía, para que estos, a su vez, puedan ordenarse adecuadamente alrededor de estos caracteres principales.

En efecto, desde que la Masonería cambió el mundo de la piedra por el de las ideas en sus labores cotidianas, es decir, cuando dejó de ser Masonería operativa para convertirse en Masonería especulativa, su expresión trascendente abandonó la construcción de atrevidas catedrales y bellos edificios para tomar forma en el ámbito de la producción intelectual en el más amplio sentido del concepto. 

Desde entonces, a los candidatos que solicitan el ingreso, además de las exigencias morales y cívicas ya no se les pide una habilidad manual o una capacidad de razonamiento espacial. Ahora más bien se les tiene en cuenta sus capacidades para comprender, razonar, elaborar sus propias opiniones sobre las cosas y saberlas expresar. 

No cabe duda que esto ha determinado decisivamente el tipo de trabajo que se realiza en los talleres masónicos, tanto desde el punto de vista formativo como desde el productivo. Pero también ha influenciado el espectro de las motivaciones que animan al masón: éste es una persona interesada por conocer el mundo que le rodea, por entenderlo y por participar en su construcción diaria.

La razón pues se ha convertido en un principio regulador del espacio masónico, pero sería un error reducir esta facultad, que representa la propia especificidad humana, únicamente a la capacidad para adquirir conocimiento y utilizar éste siguiendo los procesos inferenciales. Desde luego el método masónico no cae en este reduccionismo y vincula a esta facultad las dimensiones de la ética y de la estética consustanciales del ser humano. 

No en vano a la derecha del Venerable Maestro de una Logia se representa a la diosa Atenea que, como es sabido, regía, además de las ciencias, todas las artes y la sabiduría. Es más, para el masón la razón humana es la artífice de su libertad en tanto que individuo constructor, creador, proyectista de su vida.

Es precisamente en esta dimensión creadora de la razón que el método masónico alcanza su auténtica operatividad. Como saben Vds. cuando un nuevo hermano ingresa en la Masonería, donde verdaderamente se introduce es en un complejo mundo de símbolos cuyo sentido tiene que averiguar. Hay símbolos que son herramientas de la construcción con los cuales tendrá una vivencia ritualística, otros son simples figuras o elementos aparentemente decorativos, otros son verdaderos discursos simbólicos como los rituales de iniciación, otros son las funciones desempeñadas por los cargos de la Logia. 

Unos se refieren a virtudes humanas, otros a conceptos cosmológicos o metafísicos, otros son descriptivos del propio método. Desde su llegada le indican que cada uno de ellos tiene una razón de ser, nada está caprichosamente dispuesto en la Logia, y su trabajo consiste en observar, investigar, reflexionar y meditar hasta conseguir desentrañar su significado más profundo. 

Así por ejemplo descubre que el mazo o mallete que utilizan el Venerable Maestro y los Vigilantes, y que es la herramienta con la que el cantero golpeaba el cincel para desbastar la piedra, representa la fuerza, pero también la voluntad y la determinación, y al mismo tiempo la cadencia, el ritmo, la resonancia intrínseca de las cosas, la distribución del esfuerzo en el tiempo, etc.. Hasta que un buen día cae en que la meditación acerca del mazo no es para que llegue a saber que éste es sinónimo de fuerza o voluntad, sino para que se dé cuenta que debe controlar el impacto que sus actos causan en su entorno.

Pero todo esto no pasaría de ser un simple juego intelectual de dudosa eficacia si al mismo tiempo no estuviera poniendo en ejercicio una modalidad de pensamiento que se encuentra en la base misma de la creatividad: EL PENSAMIENTO ANALÓGICO.

El pensamiento analógico, que ha sido ventajosamente desplazado por el discursivo o lógico en cuanto a la eficacia de sus conclusiones, aventaja a éste en la riqueza de sus sugerencias y es el asiento representacional inmediato de la intuición. Gracias a las analogías establecemos semejanzas estructurales o funcionales entre distintos sistemas o campos de conocimiento las cuales brindan soluciones inéditas, originales que serían “impensables” desde un punto de vista estrictamente lógico. La naturaleza y nuestro entorno social son una fuente inagotable de analogías para una mente entrenada en esta modalidad de pensamiento que una educación cartesiana y cientificista ha olvidado cultivar. Y es este filón el que tenemos que aprender a explotar para enriquecer nuestra actividad creadora ¡Qué sería de la poesía sin la metáfora! ¡Qué sería de la Biblia sin la parábola! ¡Qué sería de la cultura popular sin el refranero!

Este es pues el aspecto que me interesaba destacar del tema que hoy nos reúne y que podría resumir estableciendo la siguiente correlación de conceptos:

MASONERÍA : SIMBOLISMO : PENSAMIENTO ANALÓGICO  
PENSAMIENTO CREADOR : LIBERTAD


(Autor Anónimo)