BENITO PABLO JUÁREZ GARCÍA


Este 21 de marzo los mexicanos -especialmente los liberales- evocamos la figura, pero sobre todo, el pensamiento político y la obra patriótica de Benito Juárez García, el Benemérito de las Américas.

Evocar el pensamiento político del Presidente Benito Juárez es señalar los principios y las guías de acción que rigen y deben conducir la conducta de los actores políticos del Estado mexicano. Traer a nuestro recuerdo la obra y el pensamiento nacionalista de Juárez, es también indicar las ideas y las tesis políticas que hoy rigen en buena parte de los Estados y las sociedades democráticas del mundo occidental.

Juárez encabezó la segunda revolución liberal de México (la primera la lideró el Dr. Valentín Gómez Farías) y a su vez, la Reforma juarista fue la definitiva que proporcionó al país el clima de modernidad y tolerancia que el Estado mexicano y la sociedad reclamaban y del que dusfrutamos todos hoy en día.

Los Hombres de la Reforma trazaron una arquitectura política basada en la libertad, en la tolerancia y en las ideas progresistas y laicas; es pertinente y necesario que los mexicanos y los liberales de hoy seamos observadores tenaces y constructivos del quehacer político nacional procurando la preservación de los grandes logros juaristas.

Son estos, tiempos que requieren que los mexicanos pensantes, liberales y revolucionarios contribuyamos activamente en la vida nacional, ya en la academia y en la educación, ya en las profesiones, ya en la actividad política formal.

Como ciudadanos en plenitud de nuestros derechos, los masones y liberales estamos plenamente empeñados en rescatar y actualizar las tesis liberales que fueron y son, cuna de la República Federal desde 1824 con Guadalupe Victoria, confirmados y enaltecidos por la egregia figura de Juárez y defendidos por los Hombres de la Revolución, finalmente consagrados por la Constitución de 1917. Y en efecto, merced a nuestra Carta Magna, Juárez vive en la vida nacional y en la conciencia de millones de mexicanos no como un hito de libros de texto, sino como una herencia y una realidad palpitante que nos enfrenta todos los días con nuestra realidad nacional.

Para los masones mexicanos, la figura de Juárez es paradigma de rectitud, de lealtad y patriotismo; es también ejemplo vivo de lo que debe ser un gobierno honesto y comprometido con las causas del pueblo y de los marginados históricos de la sociedad.

Benito Juárez es el referente obligado de lo que el pueblo quisiera que fueran sus gobernantes: hombres probos, honestos y dedicados al servicio público, guiados por los valores de la transparencia, del compromiso con la sociedad, del nacionalismo y de la rectitud que son pautas que indudablemente expresan las mejores formas de enaltecer a la Patria desde el ejercicio del poder público.

Para la masonería mexicana, Juárez se ha convertido en un hito. Y muchos aquí se preguntarán ¿por qué tanto empeño en enaltecer la figura del Benemérito?

Ya hemos esbozado razones más que suficientes para justificar nuestra insistencia en defender la obra juarista, pero nunca será mucho decir que el ideario del Patrico de Guelatao y Benemérito de las Américas tiene una plena identificación con la doctrina masónica milenaria y con las convicciones de la Orden sustentadas en la libertad de pensamiento, en la justicia y en la tolerancia, en la fraternidad, en la igualdad y en la unidad de todos los hombres, más allá de sus diferencias de credo religioso, político o filosófico.

Ideas éstas que fueron sostenidas, enarboladas y defendidas por los masones desde mucho antes que los Estados modernos y democráticos las hicieran realidad y bandera, acción y programa político.

Juárez anheló una patria libre, laica y respetuosa en la que sus hijos pudieran vivir en paz, juntos y en armonía. Una Patria en la que el trabajo fuera, además del sustento de la familia, la fuente única y natural de una riqueza honrada, digna y decorosa.

La garantía de vivir en un Estado Laico, liberal y democrático, es garantía de paz y progreso para todos, incluso para las Iglesias, a quienes la masonería respeta y respetará siempre.